El diseño de un producto o de un servicio puede suponer una gran cantidad de semanas o meses de trabajo hasta que comienzan las primeras fases de ejecución.
Para abordar proyectos de larga duración, que requieren de trabajo en equipo y de la introducción de una gran cantidad de cambios, en ocasiones de última hora, se han diseñado metodologías de gestión que abordan estos retos. Una de ellas es la metodología SCRUM.
En este post te contamos en qué consiste y sus ventajas
SCRUM, hacia una mejora de la competitividad
Uno de los grandes problemas que muestran los flujos de trabajo secuenciales es lo relacionado con el riesgo de error. Si esto ocurre durante las primeras etapas, es muy probable que afecte de manera negativa a las siguientes. Para evitar esta situación, es importante conocer los beneficios que se desprenden de la metodología SCRUM.
SCRUM es una forma de organización basada en la optimización de los círculos productivos, que permite dinamizar los procesos de producción e imprimir una mayor relevancia en aquellos casos que así lo necesitan. Acortando, además, los periodos de entrega de manera drástica.
Para ello, se caracteriza por dividir el trabajo en pequeñas cápsulas de tiempo, bautizadas como «sprint». Estas suelen durar entre dos semanas y un mes, dependiendo de cuáles sean los objetivos de las mismas.
A la finalización de cada sprint, se obtiene un prototipo de cada producto o servicio que necesita ser desarrollado.
Esta segmentación en bloques de cada proyecto permite llevar a cabo el desarrollo de una manera funcional e ir mejorándolo de manera progresiva por capas. Sus resultados cuentan con dos particularidades muy importantes: el equipo de trabajo se organiza de manera que se haya realizado el mínimo esfuerzo posible y el cliente puede analizar las características más importantes de su proyecto, fase a fase.
¿Cuáles son las principales ventajas de la metodología SCRUM?
1. Dimensiona los proyectos de manera correcta
Gracias a que los bloques de trabajo son mucho más pequeños, se logra una gestión mucho más eficiente de todos los flujos de trabajo.
Dimensionar el proyecto en procesos más cortos y ágiles, nos permite ser mucho más reactivos a cualquier circunstancia que se presente en el exterior. Además, de este modo se consigue un incremento en el valor del proyecto en cada fase.
En definitiva, mediante la división en interaciones o sprints es más sencilla la identificación de los objetivos y de los posibles contratiempos a los que nos vamos a tener que enfrentar.
2. Tu equipo, en constante aprendizaje
En cada etapa del proceso es posible consultar los resultados de todas nuestras acciones. Gracias a que todos los sprints son independientes entre sí, se lleva a cabo un aprendizaje que puede ser utilizado en las próximas etapas del proyecto.
No es necesario esperar a la finalización del proyecto para darnos cuenta de los errores, sino que podemos ir aprendiendo y corrigiendo los mismos según se lleva a cabo el mismo.
3. Imprime una mayor flexibilidad
En un entorno como el actual, la flexibilidad se ha consolidado como uno de los valores más perseguidos por las empresas. La capacidad para adaptarse a los diferentes contextos que pueden ir emergiendo durante todo el proyecto puede ser un factor fundamental en el resultado final del mismo.
La metodología SCRUM permite ser mucho más reactivo a cualquier tipo de cambio o situación que pueda emerger.
La importancia de la flexibilidad
En un contexto en el que las necesidades son cambiantes, SCRUM ayuda a adaptar el marco de trabajo a las nuevas realidades.
Y es que la flexibilidad es una de las características más perseguidas por las empresas, tanto a la hora de emprender como a la hora de adaptarse al mercado y a las necesidades de los clientes, que cada vez son más volátiles.
En el reto de conseguir ser una empresa flexible, hay varias intervenciones que son posibles. En primer lugar, la adopción de metodologías ágiles, como la SCRUM, que consigan procesos de desarrollo menos rígidos, pero igualmente efectivos, es fundamental. En segundo lugar, también se hace necesario un espacio adecuado que ayude a los empleados a desarrollar las tareas que tienen asignadas.
Si el espacio de trabajo acompaña (salas de reuniones, espacios productivos, tablero o pizarra de tareas…), todo saldrá mejor y más rápido.
Por este motivo, en First workplaces nos esforzamos por ofrecer a las empresas que trabajan en nuestros espacios soluciones flexibles, que les permitan crecer y transformarse cuando lo necesitan.
Y justamente ahora, por la situación provocada por la pandemia, son muchas las empresas que han tenido que reorganizarse: dividiendo equipos, recurriendo a oficinas de contingencia, facilitando a sus trabajadores un puesto de trabajo más cercano a su domicilio…
Por eso, si necesitas un espacio de trabajo que facilite la vida a tus empleados, contáctanos y pondremos a disposición de tu empresa la solución flexible que mejor se adapte a sus necesidades.
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